domingo, 25 de noviembre de 2012

LAS ZAPATILLAS NO SON PARA EL INVIERNO.

La sombra de la cima alcanzaba su modesta cabaña. Todos las mañanas con sol, allí estaba, llegando hasta la linde de su puerta, como incitándole, poniéndole un señuelo a sus pies. Si esto le hubiera pasado a alguien distinto, a otra persona, tal vez nada más hubiera ocurrido, seguramente porque ni se hubiese percatado de ello. En cambio, la casualidad o el destino, hizo que esta bella y simple coincidencia tuviera lugar en la cabaña de un pastor del valle de Aneou. Algo se encendió en su espíritu joven, algo se fue despertando en su alma y tomó la decisión de subir hasta lo más alto de esa montaña. Fue durante una mañana de 1787 y el primer ser humano en subir al Midi d,Ossau.


La sombra de la montaña alcanzaba su modesta cabaña.


























El Midi te atrae, te roba la mirada. Es solitaria, altiva y elegante. Viendo su silueta, entenderemos la atracción que este atrevido (y seguro que  enamorado pastor) sintió hace ya cientos de años.

Refugio de Pombie, junto al ibón de Pombie. Al pie del Midi. A la derecha el collado Suzon.


Esta aislada chimenea volcánica, aparece hoy gris, con un color plúmbeo, como el día. Me da igual que una voz interior me esté diciendo, desde el mismo momento en que planeé esta salida, que seguramente no subiré, que en esta ocasión será que no y que tendré que echar mano de mis recuerdos (de allá por los 1990 y tantos), para volver a verme en su cima.

La vertiente Sur, la que se ve desde España, aparece limpia de nieve. La vía por donde se sube, su ruta normal, aparece más escondida, hasta que llegas al collado Suzon y entonces ves que la parte más alta se encuentra espolvoreada de nieve, de las nevadas que han caído hace ya unos cuantos días. Nieve que permanece porque las bajas temperaturas lo han permitido. Sujeta, agarrada a las rocas. 

No recuerdo bien el camino que se debe seguir, dudo entre mi izquierda (mojones) y derecha (placa). A pie de la vía espero pacientemente a que los varios grupos de montañeros a los que he adelantado subiendo, me alcancen para así, poder unirme a ellos.

La mañana es invernal, no cae ni una gota, ni un copo, pero el viento y la temperatura marcan ya las duras reglas a seguir hoy. Superamos la primera, la segunda, la tercera chimenea. La nieve cubre hace rato la montaña con suficiente espesor y consistencia como para plantearme el parar, dejar a mis casuales y mejor equipados compañeros y darme media vuelta.  No es ya el momento de zapatilla y malla, ni de tentar a la suerte. Antes de llegar al Portillón, me despido de ellos y vuelvo sobre mis pasos. Hacía tiempo que no sentía esa sensación de máxima concentración, los dedos se clavan en la nieve, cualquier resbalón, cualquier despiste, daría lugar a una situación poco agradable.

Se agradece llegar a la seguridad del terreno franco, del sendero dócil. La mañana sigue, se templa la temperatura al alcanzar la orilla del lago de Pombie y mis pies me dirigen hacia el P. Peyreguet. Pequeños ibones blancos iluminando la soledad de estas laderas, al pie de la Grand Raillère. Vuelve el frío vendaval en cuanto asomo en el coll. de Peyreguet. Soledad total en esta cima que, otras veces, aparece abarrotada. Regreso por el coll. de l,Iou, contento, satisfecho por las decisiones tomadas.

El valle perfecto, Arrious. Con el Palas, Balaitous y Arriel.

Desde el coll. Suzon. Vista hacia la normal del Midi. El Peyreguet asoma nebusqueado a la izquierda.

Vista al Este, desde el Lurien al Soques.

Con el trío al que me acojo. 


Punto del adiós, antes de llegar al Portillón.


Helados los ibones de Peyreguet.


Valle de Bious, desde el coll. de Peyreguet.

Desde la cima del  P. Peyreguet. Sólo...........¿o somos trío?



miércoles, 21 de noviembre de 2012

domingo, 18 de noviembre de 2012

ANAYET. OTOÑO E INVIERNO.

El sendero que nos va adentrando en la Canal Roya, muestra los profundos bocados que las riadas de este pasado mes de Octubre, tremendas, provocaron en la orografía, en el paisaje de este valle. Derrumbes a borde de senda, cauce lleno de piedras de todos los tamaños, dan una pequeña idea de la fuerza descomunal, del enorme poderío de las aguas que por aquí bajaban. Y eso que estamos en la parte alta del cauce del Valle del Aragón.

El terreno rezuma humedad a cada pisada y el praderío mantiene una mezcla de un fresco color verde y  un pardo cansado. Juventud y veteranía entremezclada. Una señal más que nos indica que este otoño está siendo lluvioso y que al invierno, si todo va bien, le quedan dos días como quien dice, para visitarnos.

Así, con un ritmo constante pero sin agobios, el amigo "Rebu" y yo vamos recorriendo todo el valle de la Canal Roya desde su entrada hasta su cabecera. Hoy toca disfrutar sin más, el correr porque sí, empaparse de todo este entorno, admirar la elegancia y altivez de la vertiente norte del Anayet cuando estamos a sus pies. Tenemos que saborear lo que debería ser la última salida por estos lares con mentalidad de correr.

Conforme ascendemos  hacia la cubeta de los ibones de Anayet, el paisaje y el ambiente se van tornando cada vez más invernales. Restos de las nevadas de los últimos días permanecen cubriendo las laderas norte.

Alcanzamos el collado entre el Vértice y el Pico Anayet. Primero hacia nuestra derecha y luego a nuestra izquierda, vamos ascendiendo a ambas cumbres. El descenso, de vuelta al valle, lo hacemos por la siempre solitaria vertiente Oeste.

Cerramos así el círculo. Los círculos son perfectos, son bonitos.

Ascendiendo por el fondo de la Canal Roya.


Al pie de la vertiente N. del Pico Anayet.


Ascendiendo al Pico Anayet. Al fondo, el Vértice del Anayet.

Ibones de Anayet.

Cima del Pico Anayet.

Cima del Vértice del Anayet.

Pta. Escarra, Pala de Ip. ¿Que porqué nos gusta esto?



Por todo esto y mucho más.

Cerrando el círculo.



miércoles, 14 de noviembre de 2012

PALABRAS.


Alguien dijo que "las palabras las utilizamos para crear la historia de nuestras vidas". Pero hay palabras que no suenan bien. Las palabras se leen, se escuchan, aparecen o se utilizan para plasmar, para intentar transmitir sensaciones, para saber cómo somos. Así, cada cual se da a conocer al resto y los demás podemos visualizar algo tan íntimo y tan difícil de expresar, como lo que uno llega a  sentir, lo que se piensa, en definitiva, lo que uno vive.

Hoy en día casi todo el mundo tiene un blog, un facebook, un cuaderno con cuadritos o una hoja en blanco y un boli.....Tiene (perdón, tenemos) un escenario en el que poder compartir, donde poder desnudarse un poco y contar las vivencias y correrías que cada uno hace, que vamos haciendo. En estos días de más tranquilidad y sosiego, husmeando por aquí y por allá, me ha llamado la atención lo diferentes y variopintos que en la "esencia", vamos siendo los que practicamos este deporte. El fondo tan distinto, el porqué y el "para qué" tan dispar que cada uno encuentra en esto del correr por la montaña, del correr en general. He visto frecuente el empleo de términos como "combate, proeza, derribarme, no rendirse, batalla, enfrentamiento, ponerse a prueba, conquistar, héroes, hazaña....".



Todos ellos, empleados para intentar expresar sensaciones directamente relacionadas con  salidas a correr por la naturaleza, con entrenamientos relatados casi paramilitarmente o incluso para reflejar las  experiencias vividas en el transcurso de tal o cual carrera, (aunque como en muchos casos se comenta, sólo se la han tomado para disfrutar de la experiencia, sin ningún ánimo competitivo....??).

Lo siento, pero no me suenan nada bien, esto enfoques me chirrían desagradablemente. El contacto con la naturaleza, el sumergirnos en ella, ya sea corriendo, andando, en bici, con esquíes, con la mirada, abrazando, con el tacto....hace difícil, para mi forma de ver este asunto, el poder aplicar cualquiera de esos términos.  Cómo podemos sentir que nos estamos enfrentando, pensar en que batallamos, en que hay héroes.....¿contra quién? ¿contra qué? ¿por qué?

Es como si lo realmente importante de esas situaciones, el protagonismo de ese escenario en el que se desarrolla el relato, se lo lleva únicamente la persona, un "super macho" que se enfrenta a adversidades de vientos, cuestas empinadas, "..... el dolor no existe", salir a entrenar es como una película de odisea......en definitiva,  el ego descarnado y sin florituras.
Difícil que pueda producirse, que pueda existir entonces una conexión, una sintonía con toda esa naturaleza, con esa otra vida que nos rodea.

Palabras, expresiones que dejan al descubierto sentimientos, formas de ver este deporte que indican una manera bien diferente y muy ajena.

Otra visión, ni mejor ni peor, aunque seguramente más pobre y que poco tiene que ver con la que muchos otros compartimos.


Una pena que no haya más influencia de aquel romanticismo que impregnaba a los primeros pirineistas, de esa filosofía que empujaba a aquellos descubridores y vividores de primera línea. Un romanticismo que  permite emocionarse con el olor a tierra húmeda del bosque, el zumbar del viento, con la lluvia al caer, del rojo del bosque, del azul o negro del cielo, que nos pone en nuestro lugar, que nos dice a su manera lo insignificantes que somos. Cuando el no llegar a nuestra meta, el no haber conseguido nuestro objetivo, no es ninguna derrota, ni un fracaso.

Nadie vence, nadie pierde, no ha habido batallas. Aquí no, en este lugar no.



viernes, 2 de noviembre de 2012

DONDE NACE EL VIENTO.






Mucho tiempo ha tenido que pasar hasta que se han dado las circunstancias para poder juntarnos un buen puñado de amigos de las carreras por montaña. Ha sido en una de esas reuniones "deportivo gastronómicas" que suelen llamarse "quedadas o kedadas" (lo de la "qu" o la "k" va en función de lo intensa que vaya a ser la actividad física o la posterior actividad gastronómica a realizar).

Al final, casi todo llega y la "kedada" (nótese que va con "k" y por lo tanto es que seguro que ha habido intensidad en alguna de las actividades o más bien en las dos) la hemos realizado en uno de esos lugares cercanos al Moncayo, que para los de aquí, los del valle, tiene y tendrá un encanto especial, Talamantes. Puntualidad en la llegada y una marquesina de autobús a la entrada de la población, perfectamente aprovechada para un tempranero avituallamiento de chocolate caliente, lo que ya nos daba idea del nivel que íbamos a tener.

Diferente el recorrido elegido esta vez por Mario, enseñándonos lo que, inicialmente, quería haber sido la     " I carrera por montaña de Talamantes", si los permisos denegados y demás trabas no hubieran impedido este trazado original y obligado a alterarlo. Ascender a las Peñas de Herrera por donde siempre habíamos descendido, sorprende. Pero más nos ha sorprendido el vendaval, que no aire, barriendo ladera abajo este sendero. Qué fácil es jugar con los cuerpos, pararlos, empujarlos, balancearlos, al ritmo que el todo poderoso Eolo dispone.

Cruzar el collado de Las Peñas, nos sumerge en el mundo donde nace el viento, donde los equilibrios son necesarios para asegurarse la verticalidad. El bosque nos proporciona el refugio y la breve tranquilidad necesaria para recobrar la compostura y continuar en descenso hacia la vertiente de Añón. Nos adentrarnos  así, pausadamente, protegidos por el valle de Horcajuelo mientras lo recorremos en toda su longitud, alzando la vista para contemplar la Torre de la Morana y descubrir lo quebrado de las paredes de este valle. Conforme ascendemos hacia el collado de La Estaca, volvemos a quedar en manos del viento y del agua nieve, vamos cerrando el circulo. El Pico Morrón, con sus 1.725 m, aparece ya nebusqueado a nuestra derecha y la frase vuelve a salir, ".....ya que estamos aquí ¿porqué no subimos?"

Y lógicamente eso es lo que hacemos, subirlo. Si antes habíamos estado zarandeados por el viento, en la cima del Morrón quedamos a merced del vendaval. Disfrutamos, como críos, porque al final ¿qué somos?, simplemente un juguete con el que el viento se encuentra. Un juguete al que le gusta que jueguen con él. El juego se ha alargado durante 30 km, para hacer unos 1.700 m de D+.  Suficiente para justificar la segunda parte de la "kedada" en esa perfecta marquesina de Talamantes.

























Que sea con "qu" o que sea con "k", pero que se repita a no mucho tardar.