domingo, 26 de enero de 2014

DESDE LA TUCA.

Las Tucas son elegantes, se yerguen aisladas, muchas veces como observando de forma privilegiada el entorno en el que se encuentran.

 La Tuca Blanca, en Candanchú, es la típica estampa de una Tuca, pero es una Tuca cercenada, desfigurada por la mano del hombre. Asaltada por multitudes con la comodidad del no esfuerzo.

A pesar de todo ello, el encanto, la belleza que ofrecen sus vistas, hacen que bien se merezca una visita, eso sí, mejor pagando con el esfuerzo personal.

Hoy era un día perfecto para acercarnos, aprovechar un paréntesis de buen tiempo, un paréntesis tras copiosas nevadas que han dejado en altura  a la montaña severa, dura, perfectamente blanca. Con ese aspecto de invierno de verdad que tanto la embellece. La Tuca, hoy, como tantas otras veces, nos ha ofrecido un espectáculo que bien merecíamos contemplar y recordar.

















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