Lejanas las montañas de León. Viaje siguiendo los pasos de peregrinos caminantes, austeras llanuras de Castilla, paisajes que van cambiando, que traen recuerdos de armaduras, de esbelta y antigua arquitectura. Recuerdos de aquellas clases de Geografía en las que nos enseñaban nombres de ríos, de sierras y montañas sobre enormes mapas colgando de la pizarra. Peña Ubiña, Navia, Sil. Paisajes que transmiten paz, montañas viejas, serenas. Para imaginar osos y urogallos en sus densos bosques. Para descansar, para estar ausente, para estar en Babia.
Llegamos así a las orillas del Sil, en el pequeño pueblo de Palacios del Sil. Agobiante calor, extraño en estos parajes, pero que nos acompañará durante toda la jornada. Recorrido corto, a penas 4 km los que unen las orillas del río (842 m) desde el que se hará la salida, hasta la cima del Pico Cereisaleu (1.797 m). Sólo 3,9 km para ascender 955 m de desnivel. Recorrido exigente, muy exigente por el calor reinante a pesar de comenzar la prueba a partir de las 18:00 h. Menos mal, por la mañana el calor durante la subida era todavía más sofocante. Terreno duro, sin descanso, constante. La dura pedrera dará paso al matorral, al piorno, lo que se nos puede antojar como terreno más cómodo, realmente nos enseñará una mayor dureza. Últimos metros en los que aquel que haya guardado fuerzas podrá arañar segundos importantes, agónicos. Una pisada más allá, un momento de relajación son suficientes para ceder instantes. Es lo que tienen los kilómetros verticales, diferentes, intensos, máximos.
La selección de Aragón acudió con cinco corredores, tras la baja a última hora de Toño Algueta por una ciática. Todos entre los mejores, siempre se quiere ser mejor, todos quieren ser el mejor.
Poco a poco, paso a paso, como el viaje de los peregrinos.
Mónica Saez, 5ª de la general
Pilar Prades, 4ª Veterana.
Maribel Martinez, 5ª Veterana.
Daniel Magallón 23º de la general.
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