"Sabía lo que le iba a decir. No es que fuera especialmente listo, simplemente que, conforme se hacía mayor, conseguía conocer mejor a su madre y cómo pensaba. Ya sólo con mirarle a sus ojos tenía claro lo que podía o no podía hacer. Hoy era un día en el que ella había amanecido con mal "tempero", estaba claro que no permitiría esos juegos que tanto le divertían. Tendría que contentarse con salir al pequeño jardín, subir y bajar por las desnudas higueras, meter unos goles con las piñas caídas durante el otoño y sobretodo, usar su imaginación. Para eso sí que no había limitaciones ni prohibiciones, siempre y cuando obedeciera y tuviera claro que aquel seto era el punto más lejano al que podría llegar.
Así pues, terminado su desayuno, salió formal y directo hacia el jardín. Ni siquiera le preguntó qué podía o no hacer, estaba claro y evidente. Y allí transcurrió y disfrutó de la ventosa y desapacible mañana. De vez en cuando, cuando creía que su madre no le veía y la tentación comenzaba a ganar terreno, sus dedos rozaban con disimulo aquel seto fronterizo, llegó a entreabrir sus ramas para poder ver el tan ansiado horizonte prohibido, como comprobando la eficacia de la vigilancia de su madre. Pero siempre que lo hacía, escuchaba su convincente y firme voz: "Interdit, interdit!!!"
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El frío no era excesivo, pero el fuerte vendaval le obligaba a buscar la proximidad del terreno seguro. |
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-"Puedes salir al jardín, pero no ir más allá del seto". |
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P. Sabocos, imponente, señorial, escenario de juventudes. |
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P. de las Escuellas, Las nubes se van, barridas por la pertinaz ventisca.
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Probando la prohibición de nuestra madre. Convincente y firme su voz volvía a llegar clara; Interdit, interdit!!! |
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