viernes, 23 de agosto de 2013

UNA VUELTA POR EL POSETS.

"Es curioso que una montaña tan hermosa, tan imponente como es el Posets, con sus 3.375 m que la ponen en el segundo lugar de los tresmiles, fuera de las últimas en ser ascendida, allá por el año 1856, en aquella época en la que todavía había cimas vírgenes en el Pirineo. Fueron dos guías franceses, los hermanos Barrau (Nate y Pierre) acompañando un 6 de junio a un señor inglés (Halkett). Era el último gran tres mil del Pirineo que quedaba por ascender, se daba así fin a la llamada época heróica del pirineismo".

Sentado en la bancada del refugio de Biadós, contemplando uno de los más bellos paisajes del Pirineo como es la vertiente Oeste del macizo del Posets, con más de 1.600 m de desnivel de pura y salvaje montaña frente a nuestros ojos,  surje sin remedio el impulso de lanzarte a recorrer este imponente escenario, hasta su cima.

 Han pasado ya treinta años desde la primera vez que lo subí por este valle de Gistain siguiendo los pasos de mi hermano Carlos. Los recuerdos son confusos, casi en blanco y negro. Acompañado en esta ocasión por el amigo Rebu, ascendemos sin tregua ni descanso la empinada senda que nos adentra por los bellos bosques iniciales hasta la dura y rota morrena del ya casi extinto glaciar de Llardana. Poca gente se aventura a subir por aquí, eligiendo mayoritariamente la vertiente de Eriste, más cómoda y con un refugio (hotel?) perfectamente ubicado. Una mirada hacia atrás nos permite ver lo directo de la ruta y lo empinado de la misma. Un breve cresteo hasta su cima,  permite subir y bajar pierna, sin mayor dificultad que la de observar a nuestros pies el valle de Gistain, muy, muy abajo y con un  alrededor interminable, ya que el Posets es uno de los mejores miradores del Pirineo por encontrarse un poco aislado del eje general de la cordillera.

Breve estancia en la cima, la justa para unas fotos y  un tente en pie, ya que coincide nuestra llegada con los primeros que suben desde Eriste y el silencio, tan valioso en estos momentos, es roto por la multitud que llega. Descendemos por donde la mayoría sube, al pie del Diente de Llardana, escenario de juveniles aperturas con mi hermano Carlos (de "vía" y de cabeza), bajamos la Canal Fonda evitando la todavía persistente nieve para abandonar el sendero que nos conduciría al refugio Angel Orús y encararnos hacia el bello ibón de Llardana, en donde ahora sí, tomamos un algo más sólido que nos ayudará a subir al collado de la Forqueta. El ibón desagüa en un misterioso agujero por el que desaparece sin decirnos dónde volveran a aflorar sus aguas. Del collado de la Forqueta a la cima de La Forqueta no nos queda más que un breve esfuerzo, o mejor dicho dos breves esfuerzos, ya que se trata de una doble cima (3.005 y 3.007 m) como su nombre indica. Descendemos por las empinadas pedreras, no sin antes acercarnos a echar un vistazo al imponente ibón de Millaris, a los pies de los Eristes. Continuamos, el descenso es precioso y preciso ha de ser el paso de nuestro correr para evitar traspies o torcedura. Cerramos así el círculo y volvemos a sentarnos en la bancada del refugio de Biadós, cansados, satisfechos.

Ante nuestros ojos sigue esta maravilla de paisaje, al igual que entonces, al igual que ahora, al igual que mañana.

Panorámica del macizo de Posets-Espadas y Eristes. Desde la subida al Bachimala.

P. Bachimala (3.177 m) desde las duras pendientes al Posets.

Glaciar de Llardana y corredor Jean Arlaud.


Desde el collado en la cresta, valle de La Paul y Estos.


Cresta hacia el Posets.



Cima del Posets.


Desde la cima, Diente de Llardana (izda) y cresta Posets-Espadas-Tucón Royo

Canal Fonda

Ibón de Llardaneta con el collado de La Forqueta (a la derecha del centro) y Las Forquetas.

Subiendo a la Forqueta N (3.007 m)
 
   


Forqueta S (3.005 m)

Ibon de Millaris al pie de los Eristes.


Ruta seguida (sentido horario)

domingo, 18 de agosto de 2013

EL ÚLTIMO BUCARDO. CARRERA POR MONTAÑA.

Carreras por montaña hay muchas, cada año más. Recorridos hay tantos como carreras. Unos pecarán de poca dureza, otros al contrario por una dureza mucho mayor. Unas carreras nos parecerán cortas, otras las veremos alargadas a base de meter kilómetros sin sentido por pistas correderas y que llegarán a deslucir la magia de un recorrido puro de montaña.

Pero donde realmente empieza a haber una diferencia entre unas y otras, una diferencia positiva, de esas que calen y hagan que un corredor vuelva a inscribirse en la siguiente edición sin dudarlo, es en aquellas carreras donde se ve que el trato al participante, la implicación de la organización, la capacidad de adoptar todas las modificaciones y mejoras que fueran necesarias, se convierten en realidad  para conseguir una carrera diferente, entrañable y en la que uno acabará exhausto pero contento.

Eso es lo que nos hemos encontrado en esta II edición de la Carrera por montaña El último bucardo y por lo que cuentan también se encontró en la Iª. Una organización que es el pueblo entero de Linás de Broto, una pequeñísima localidad  volcada para que todos los allí asistentes nos sintiéramos a gusto, que nos maravilláramos por la amabilidad, implicación y ánimos que cada corredor que allí fue, cada acompañante o curioso que se acercara a la localidad atraído por la algarabía, recibía durante toda la jornada.

Impresionante y de admirar la labor que se está llevando para conseguir una carrera con identidad, con detalles que la adornan y acercan con naturalidad.

Mi más sincera enhorabuena a Encarna y Amador, a todos los voluntarios de la organización de la carrera, en definitiva, a toda la localidad de Linás de Broto. Podéis estar orgullosos de haber creado un bello ser y de estar dando vida a un valle donde es difícil y duro subsistir.

Muchas gracias.

viernes, 16 de agosto de 2013

EL OSCURO BACHIMALA.

"Al final la recompensa llegó y Franz Schrader, un enamorado del Pirineo desde los veinte años, alcanzó la cumbre del Gran Bachimala por primera vez, cuatro días antes que el gran Russell, allá por 1878"

Una montaña donde sólo encontramos lo imprescindible para que exista. Piedra. Piedra negra, oscura y rota. Así, con esta sencillez se alza altivo y orgulloso con sus 3.170 m el Gran Bachimala, también llamado Pico Schrader en honor de su primer conquista.

Junto a la parte trasera del refugio de Biadós, arranca una senda en dirección N que asciende decididamente por corto bosque hasta alcanzar, a la altura de cabaña del Sarrau, un largo y bello cordal herboso. Llegamos así a un  primer collado que cruzaremos Rebu y yo, abandonando el verdor del pastizal para adentrarnos en la inmensidad de las lajas de oscura piedra, ya en el collado Señal de Biadós. Desde aquí seguiremos un sendero, a tramos poco definido, por el que iremos bordeando el circo que forman la Punta Sabre y el Gran Bachimala. El día ha amanecido gris y fresco, todavía con los restos del frente que esta noche pasada ha descargado (y bien) por la zona. Esto permite que el suelo esté compacto y las inmensas pedreras por las que cruzamos, tengan a estas horas cierta consistencia que nos facilita en alguna manera el avance. El espolón occidental aparece y lo remontamos por dura pendiente hasta que se va transformando suavemente en una aérea pero fácil cresta. Llegamos así hasta la cima, estamos en un mirador privilegiado hacia el Posets. A nuestra izquierda el escondido circo con los ibones de Bachimala y toda la cresta hasta el P. de la Abelle. Nadie en la subida, nadie en la cima. Comenzamos el rápido descenso hasta el collado Señal de Biadós cruzándonos con un grupo de seis, los únicos a estas horas de la mañana. Desde el collado bajamos por el barranco que nos dejará en la Pleta de Añes Cruces, en una inmensa ladera verde salpicada de orgullosos lirios. Hemos recuperado el color, el verde, los amarillos, los violetas, la alegría cromática vuelve a aparecer, el sol ya en lo alto aprieta sin timidez y nos acompaña por la bella senda de Añes Cruces en nuestro regreso al refugio de Biadós. Hasta esa maravillosa bancada de su fachada donde nos sentamos, con una cerveza en la mano y el impresionante escenario de montañas ante nuestros ojos.

Bachimala desde la subida al Posets.


Por los pastos iniciales,con el Bachimala al fondo.

A nuestra derecha se alza el macizo Posets-Espadas.

Sendero bien marcado en la loma. En breves entramos en la oscuridad de la piedra.
Collado Señal de Biadós, hacia la vertiente de la Pez. Collado de la Madera al fondo.

En la cresta final, ibones de Bachimala abajo.

Cima del Bachimala, Punta Sabre y al fondo Posets.







Descendiendo hacia Añes Cruces. En frente el collado de Gistain, paso hacia Estós.





jueves, 8 de agosto de 2013

PICO CATIERAS Y PICO BALDAIRAN.

Tranquilidad tras las tormentas. Pausa, merecidamente ganada tras la velocidad de estos últimos meses. Hoy amanece con densas nubes agarradas a los valles, con las cumbres emergiendo sus cimas de entre la niebla, con los prados empapados tras las tormentas del día anterior. Precioso el sendero que nos acerca a Carlos y a mi, desde Panticosa hasta la pista de la Ripera, silencioso, oscuro, luminoso al cruzar los claros. Todo sigue su curso natural, algunas setas comienzan a aparecer ya entre la vegetación del bosque, jóvenes avellanas se descubren bajo las hojas de los numerosos avellanos que salpican esta primera parte de nuestro recorrido. Llegamos con los pies empapados para comenzar la subida hacia el collado de Yenefrito, entramos así en el solitario y curioso valle de su mismo nombre. Silencio sólo roto por algún silbido de marmota y el corretear de terneros en busca de sus madres al vernos acercar, por el romper de las aguas del arroyo Laulot que cruzaremos para comenzar la subida hacia el bellísimo y rebosante ibón de Catieras. Soledad, toda la montaña para nosotros. Tras una breve consulta del mapa, el de papel de toda la vida, nos dirigimos hacia el Pico Catieras (2.605 m), impresionantes vistas a sus pies. ¿Habrá alguien que tenga dudas de porqué se sube hasta aquí, para qué sirve ésto?, ¿habrá alguien que viendo este paisaje no se le estruje el corazón?......Continuamos hacia el P. Baldairán (2.702 m) por duras pendientes, conforme subimos, las nubes de Norte que no han desaparecido en toda la mañana van ganando terreno, van cubriendo poco a poco las montañas y nos hacen llegar pequeñas gotas, como para animarnos a no perder mucho tiempo y privarnos de una estancia más larga en la cima. Seguimos el fácil cordal hacia el E, para no bajar por el mismo camino de subida, hasta alcanzar una tiesa pedrera, de esas que se bajan sin importarle a uno que las piedras se metan en las zapatillas Alcanzamos de nuevo el  pie de montaña y regresamos a trote, sin prisa otra vez por la orilla del ibón, ahora sí repitiendo y con gusto, el mismo camino de la mañana.







Valle de Yenefrito. P. Tendeñera asomando.





P. Catieras a la izda. y Baldairan a la dcha.



Ultimos metros a la cima del P. Catieras. Al fondo el P. Baldairan.



Llegando a la cima del P. Baldairan.